Capitulo Primero (extensión)

De infancia no mucho, me contó Pedro. La mamita trabajaba mucho, dijo. Nos situamos entre 1920 y 1925. Pedro entre los siete y doce años. Ser niño en un campo seco, sin agua cerca. Ser niño sin juguetes, ser niño entre muchos hermanos.
Pedro siempre tiende a reflexionar sobre esto. Desde los ojos que le dan los noventa y tantos años, desde la mirada cansada, eterna, bella. Pedro habla en un vacío generacional. Espera atento mientras lleno el vaso corto con vino. Ya no es como antes, dice. Fíjese que la chuica nosotros la ibamos a comprar relejos pos taitita, subíamos un par de cerros, antes de llegar. Lo fácil era ir pues, llevabamos la chuica vacía, pero de vuelta, venía llenita. Con Alejito nos mandaba siempre el papito, dice. Luego, bebe el último sorbo del vaso, respira y algo dice de su hermano Alejandro, los años que lleva muerto y en como vivió los últimos años de su vida.
A Pedro le cuesta ya hablar un poco, entre la emoción de lo que construyó y lo que perdió, los muertos que lo llaman, según él. Todo un todo, un mundo que me encuentro en algunos diarios de antaño, las luchas sindicales, las cuecas urbanas y el foxtrot.